sábado, 1 de noviembre de 2014

Iniciación Cristiana en el itinerario del discípulo.




Primacía de la Palabra de Dios.

La Palabra de Dios tiene una primacía insustituible en la vida de la Iglesia y del discipulado cristiano; es la fuente primordial de su identidad.
La cercanía y trato con la Palabra de Dios provoca en el creyente las mismas actitudes y sentimientos de Cristo Jesús escucha, disponibilidad, compasión, humildad. La Palabra inspirada invita a vivir una actitud contemplativa en la historia, en los signos de la presencia de Jesús.
Mirar la realidad a la luz de la Palabra es para el discípulo un imperativo que brota del seguimiento de Jesús.

Testimonio y diálogo.


La etapa de acción misionera incluye acciones como el testimonio, la caridad, el servicio, la promoción humana, la presencia transformadora en el mundo, el diálogo, el primer anuncio y el kerigma.

La catequesis no debe preocuparse sólo de alimentar la fe, sino de suscitarla continuamente, de abrir el corazón, de preparar a una adhesión global a Jesucristo, es decir, la catequesis debe desarrollar y cumplir tareas misioneras y previas a su función propiamente iniciadora; esto es lo que se conoce como catequesis misionera. La catequesis misionera se diferencia y no puede confundirse ni suplir la acción de primer anuncio, porque sus destinatarios tienen ya algún interés por el evangelio, mientras que en el primer anuncio hay que despertarlo.
La Iglesia existe para evangelizar, pero en el nuevo contexto cultural marcado fuertemente por el pluralismo religioso, donde existen muchos valores pero también situaciones como el agnosticismo y la evasión a las grandes  preguntas existenciales.


El Kerigma, anuncio de Jesucristo al mundo de hoy.
La Iniciación Cristiana que hoy la Iglesia desea recuperar tiene como fundamento y punto de partida una instancia oficial con recursos humanos y materiales específicos: es el kerigma, el anuncio alegre, directo e incisivo de Cristo vivo.

Es necesario volver a anunciar a Cristo en nuestros ambientes; se trata sin duda de una urgencia pastoral: o anunciamos nuevamente a Jesucristo o el mundo ya no será más cristiano.

El Kerigma es un elemento medular.
El Kerigma es medular en el ser y quehacer de la Iglesia, nada de lo que haga puede obviar el anuncio siempre nuevo de Jesucristo muerto y resucitado.
Urge para todos los agentes de pastoral una formación específica de tal manera que el kerigma no sea un enigma que muchos no saben qué es, ni cómo se hace.
El kerigma no es sólo una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Cristo.

La Iniciación Cristiana.

La Iniciación Cristiana y el discípulo.
La Iniciación Cristiana es ante todo obra de Dios; Él es quien toma la iniciativa de llamar gratuitamente a la salvación.

Una catequesis de Iniciación Cristiana hoy necesita profundizar los gestos y los pasos del camino de Jesús, él vivió en obediencia a la voluntad del Padre, en una opción radical y absoluta llamada Reino de Dios.
La Iniciación Cristiana es también respuesta, acogida y conversión. Respuesta que es educada y acompañada en la comunidad por medio de la catequesis.


El proceso de la Iniciación Cristiana.
Son muchos los cristianos que no son ni miembros vivos de la Iglesia ni auténticos discípulos del Señor, de ahí que haya que optar más decididamente por la creación de procesos de iniciación para formar discípulos, algo no suficientemente ejercitado en nuestra pastoral.
Criterios de la catequesis de Iniciación Cristiana.
v  Cuidar la formación humana y psicosocial del catequista y del catequizando.
o   Privilegiar el uso de la Sagrada Escritura.
o   Situarla en contexto comunitario y en el entorno social, económico, político, cultural y religioso de la sociedad contemporánea.
o   Fundamentarla en el kerigma.
o   Favorecer la conversión en un proceso por etapas.
o   Valorar la relación entre catequesis y celebración privilegiando los sacramentos de la iniciación.
o   Acompañar la búsqueda del sentido de la vida.
o   Asumir una clara dimensión diaconal, misionera y vocacional.
o   Todo lo cual exige formar un nuevo catequista.

Modelos de catequesis de Iniciación Cristiana.
Los modelos que hoy requerimos están llamados más bien a asumir la palabra de Dios leída en comunidad como principio fundante de toda catequesis, la lectura continua de los signos de Dios en la historia, a proponer la catequesis de talante misionero, la opción clara a favor de procesos de iniciación para quien lo necesite.


Discípulos de Jesús al servicio del Reino de Dios.
La tarea primordial del discípulo consiste en asumir el Reino de Dios como proyecto central del ministerio de Jesús.
El Reino es al mismo tiempo personal y social, histórico y escatológico, estructural y espiritual; estas dimensiones han de asumirse en forma plena para no empobrecer su naturaleza evangélica.


El discípulo misionero y la cultura.
En la situación multicultural de América Latina, al discípulo se le pide aprender los lenguajes verbales y no verbales de las culturas antiguas y actuales de las personas que pretende evangelizar.
Intima relación entre comunidad eclesial e iniciación cristiana.

El momento pastoral comunitario de educación permanente en la fe se orienta a alimentar de modo continuo el don de la comunión y de la misión.
Una comunidad que hace de la iniciación una opción prioritaria va a necesitar despertar su carácter misionero y renovar su vida comunitaria.


La Iniciación Cristiana se realiza en la comunidad parroquia.
En la comunidad parroquial la vida cristiana se inicia, se alimenta y fructifica por la predicación de la Palabra, la celebración de los Sacramentos y la vida de Caridad que se manifiesta en una multitud de carismas y servicios.
Una parroquia renovada ha de serlo en vistas a formar cristianos capaces de vivir, celebrar y anunciar la fe como presencia del Reino; esta renovación parroquial supone una verdadera conversión pastoral de Obispos, presbíteros, religiosos, religiosas y laicos.



La familia en la Iniciación Cristiana.
La familia vive hoy un contexto pluri-religioso y pluricultural. Se hace necesario que la catequesis capacite a la familia para dar un testimonio profético ante la corrupción de valores y la descristianización de una sociedad globalizada; por lo que se hace urgente que todo proceso de catequesis familiar fortalezca la conciencia de la vida comunitaria.
La familia, a pesar de las inmensas dificultades que la perturban es sin duda un lugar testimonial, catequético, celebrativo y misional; es llamada a ofrecer a sus miembros, especialmente a los niños y jóvenes, valores humanísticos y evangélicos fundamentales, un sentido cristiano de la vida y acompañarlos en la elaboración de su proyecto de vida como discípulos-misioneros de Jesucristo al servicio del mundo.



La escuela en la Iniciación Cristiana.
Entre las tareas para renovar la pastoral educativa sobresale la formación inicial y permanente de los formadores católicos; la enseñanza religiosa ha de preocuparse no solo de los alumnos sino también de sus familias y del personal escolar.

El catequista discípulo y misionero.

El contexto de cambio y la formación del catequista.
La formación del catequista se ubica en el contexto eclesial, ya que él es antes que nada miembro de la Iglesia, testigo de la fe y enviado por ella para anunciar el mensaje evangelizador.
Urge diseñar una educación en la fe que forje una identidad cristiana sólida, con una conciencia lúcida de ser discípulos y misioneros de Jesucristo en la comunidad.

Formar catequistas con dimensión catecumenal.
La propia formación de los catequistas ha de ser conducida por este modelo catecumenal para que, una vez convertidos y evangelizados, se conviertan ellos mismos en discípulos y misioneros.

Identidad del catequista como discípulo.
El catequista es un bautizado que, en fidelidad a su vocación, busca continuamente ser maduro humana y cristianamente, consciente de haber sido llamado por la gracia del Padre al seguimiento de Jesús en el discipulado, junto a otros hermanos, en la comunidad de la Iglesia, enriquecido por el Espíritu para una misión específica: ser ministro de la Palabra, al servicio del Reino y para la vida del mundo.

Centralidad de la Palabra en la formación del catequista.
La Palabra revelada, contenida en la Sagrada Escritura y en la Tradición, es la fuente que debe conformar toda su vida siendo el sustento y vigor de su espiritualidad.

La liturgia en la vida y formación del catequista.
La Liturgia es la cumbre a la cual tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza"
El Espíritu Santo, recibido en la Confirmación, fortalece al discípulo con sus dones para que tenga la fuerza y la valentía de abrazar la cruz que encuentra en el servicio de amor a los hermano.
Formación del catequista como discípulo y misionero.
La formación de los catequistas como discípulos de Jesucristo requiere ayudarles a profundizar su conciencia vocacional, además de un aprendizaje laborioso, exigente y permanente, pues el catequista no nace, sino se hace.



Formación de catequistas para diferentes situaciones y realidades.
Es necesario que el catequista en formación conozca en profundidad que el ser humano en su desarrollo pasa por diversas etapas; en cada una tiene diferentes exigencias vitales que deben ser satisfechas.

Método vivencial y de proceso en la formación de catequistas.
El método para la formación de los catequistas debe ser vivencial, permeado de experiencias que ayuden a profundizar e interiorizar los contenidos de la revelación; no puede permanecer solamente en el nivel intelectual y en la transmisión de informaciones sino que ha de conducir al verdadero encuentro con el Señor de la Vida que compromete para toda la vida.

Opción urgente por la pastoral orgánica.
El catequista debe saber operar con una visión global, integral, dinámica, de proceso y circular de la evangelización.

Inspiración catecumenal de la catequesis.

Comunidad misionera e Iniciación Cristiana.
El lugar propio de la Iniciación Cristiana es la comunidad eclesial; para que ésta sea verdaderamente eclesial, ha de ser misionera y debe ocuparse de los hombres y mujeres en sus circunstancias histórico-sociales y religiosas, llegar a ellos con un anuncio que sea una buena noticia al presentarle a Jesucristo.

Unidad de los sacramentos de la Iniciación Cristiana
Por los sacramentos de la Iniciación Cristiana participamos en el misterio pascual, fuente de la vida cristiana; ésta crecerá por la obediencia a la Palabra y al Espíritu y la frecuente participación en la liturgia, especialmente en la Eucaristía dominical.

Iniciación de adultos no bautizados.
Este proceso iniciático culmina con la mistagógica que introduce al neófito plenamente en la celebración litúrgica y en la comunidad eclesial, así lo introduce a la formación continuada para desarrollar su vocación específica e impulsarlo a la misión.

Nueva evangelización de adultos bautizados no convertidos.
Los cristianos que fueron bautizados en su infancia y que posteriormente no tuvieron una adecuada evangelización, para poder alcanzar la madurez de la fe a la que Dios los llamó y les concedió por el bautismo, necesitan una nueva evangelización en orden a su conversión a Jesucristo y una catequesis de Iniciación Cristiana que dé solidez a su opción vital de fe.
La Nueva Evangelización deberá llevar a los bautizados no convertidos a una auténtica reconciliación con Dios, con ellos mismos y con los demás; es fundamental que previamente, el catequista o evangelizador vaya hacia ellos como el Buen Pastor que va en búsqueda de la oveja perdida (Cf. Lc 15), en una actitud de misericordia y comprensión, escucha y amor.

Iniciar al compromiso y a la misión.
No se puede olvidar que la catequesis debe iniciar en todas las dimensiones de la fe: el conocimiento, la oración, la liturgia, los sacramentos, la dimensión comunitaria, la moral del Reino, la misión y el compromiso social; sólo así cumplirá su tarea de iniciar al discípulo misionero de modo integral.

Iniciación Cristiana y discipulado juvenil.
Para los jóvenes es preciso presentar a Jesús como don de Dios y modelo logrado de humanidad que suscita la fe y la conversión continua, la admiración y el seguimiento, de modo que su proyecto de vida se plantee como discipulado.

Iniciación Cristiana de niños.
La finalidad de la Iniciación Cristiana de los niños no es la Primera Comunión sino la incorporación a la vida comunitaria y a la Eucaristía en la comunidad adulta.


Comentario.
La catequesis nos propone un reto, y es saber llegar a todos, niños, jóvenes, adultos y sobre todo ir tras aquellos hermanos que de una u otra forma se han alejado de la Iglesia, esta debe ser amplia, aun los mismos sacerdotes necesitan una buena pedagogía de catequesis para saber instaurar el reino en sus fieles, la catequesis que se exige hoy después de recibir los sacramentos, debe haber continuidad en la educación en la fe de los niños y todos los miembros para que de esta manera vayan insertándose en la misión de la Iglesia.
La vida catequética debe apuntar a un dialogo intercultural y religioso para que todos aquellos que se identifican como cristianos puedan ser fieles a su misión de bautizados e ir y anunciar la buena nueva sin tener miedo. En este mundo globalizado necesitamos ser mensajeros eficientes del Kerigma.

Aplicado a la vida.
Soy consciente que debo ser más exigente conmigo mismo, por ende con aquellos que a veces desconocen e ignoran la riqueza de nuestra fe, y de la grandeza misión a la que somos llamados desde el seno de nuestra Iglesia, y de nuestro hogar.
Nuestra Iglesia necesita despertar por medio de una buena catequesis programada para sus fieles, donde se sientan parte e identificados a la labor pastoral a la que somos llamados.

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