viernes, 30 de septiembre de 2016

Gracias

Agradecimiento.

A mis asiduos lectores del espacio cibernético quiero agradecerles, aunque escribo ocasionalmente, en este espacio, quiero expresarles que siempre tengo la motivación e inspiración para escribir sin embargo no debo omitir que no tengo mucho tiempo para publicar.
Gracias por el tiempo necesario que disponen para leer. De menara especial agradezco la afluencia de internautas de países como: Estados Unidos, Nicaragua, Panamá, Ecuador, Colombia, Perú, Chile, Argentina…  Invito a otros miembros a hacerlo.


Teodoro José Zamora Téllez. 

Nuevos planteamientos sobre el término y concepción de matrimonio y familia.

El Código de la Familia Nicaragüense en el Capítulo VI.  Artículo 78 define: La unión de hecho como el acuerdo voluntario entre un hombre y una mujer que, "sin impe-dimento legal para contraer matrimonio, libremente hacen vida en común de manera estable, notoria y singular mantenida al menos por dos años consecutivamente".
En cambio el Código de Derecho Canónico define el matrimonio como la alianza por la cual el hombre y la mujer constituyen un consorcio para toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges  y a la generación y educación de la prole (Código de Derecho Canónico Título VII  # 1055 n°1).
Uno de los grandes retos que enfrenta el matrimonio, es las llamadas “Uniones de hecho” este fenómeno está adquiriendo en la sociedad nicaragüense  una relativa prominencia, ante los nuevos planteamientos que interpelan la conciencia de los matrimonios y las familias cristianas hoy en día, con el número creciente de las uniones de hecho, estas están alcanzando en el conjunto de la sociedad con la consiguiente consideración para la estabilidad del matrimonio que ello comporta. La Iglesia no debe dejar de iluminar en este contexto  la realidad por la que a traviesan los matrimonios, por medio del discernimiento a través de los signos de los tiempos.
El reconocimiento de la unión de hecho estable atentaría contra la identidad del matrimonio y el grave deterioro que traería consigo para la familia y  la misma sociedad.  “La unión de hecho” excluye múltiples realidades humanas, este pensamiento ve al matrimonio como un elemento de convivencias sexuales, las uniones de hecho sus  características esencial son: ignorar, y rechazar el compromiso conyugal.
Con el matrimonio se asumen públicamente, mediante el pacto de amor conyugal, todas las responsabilidades que nacen del vínculo establecido. De esta asunción pública de responsabilidades resulta un bien no sólo para los propios cónyuges y los hijos en su crecimiento afectivo y formativo, sino también para los otros miembros de la familia. De este modo, la familia fundada en el matrimonio es un bien fundamental y precioso para la entera sociedad, cuyo entramado más firme se asienta sobre los valores que se despliegan en las relaciones familiares, que encuentra su garantía en el matrimonio estable. El bien generado por el matrimonio es básico para la misma Iglesia, que reconoce en la familia la Iglesia doméstica.
Con el pretexto de regular un marco de convivencia social y jurídica, se intenta justificar el reconocimiento institucional de las uniones de hecho. De este modo, las uniones de hecho se convierten en institución y se sancionan legislativamente derechos y deberes en detrimento de la familia fundada en el matrimonio. Las uniones de hecho quedan en un nivel jurídico similar al del matrimonio. Se califica públicamente de «bien» dicha convivencia, elevándola a una condición similar, o incluso equiparándola al matrimonio, en perjuicio de la verdad y de la justicia. Con ello se contribuye de manera muy acusada al deterioro de esta institución natural, completamente vital, básica y necesaria para todo el cuerpo social, que es el matrimonio.
Ante los nuevos planteamientos constitutivos de las uniones de hecho, es necesario tener presente que no todas las uniones de hecho tienen el mismo alcance social, ni las mismas motivaciones, entre las motivaciones que se pueden encontrar en este tipo de matrimonios están: La cohabitación acompañada de relación sexual, este es un elemento primordial que la distingue de otros tipos de convivencias, y de una relativa tendencia a la estabilidad. Las uniones de hecho no comportan derechos y deberes matrimoniales, ni pretenden una estabilidad basada en el vínculo matrimonial. Es característica la firme reivindicación de no haber asumido vínculo alguno. La inestabilidad constante debido a la posibilidad de interrupción de la convivencia en común es, en consecuencia, característica de las uniones de hecho. Hay también un cierto «compromiso», más o menos explícito, de «fidelidad» recíproca, por así llamarla, mientras dure la relación.
En algunas uniones de hecho es evidente que la elección es firme y decidida, ya que ésta aprueba y condiciona la experiencia de una unión sin vínculo matrimonial.
En este contexto ajustado a nuestro país según datos encontrados en  un artículo publicado en El Nuevo Diario (C. Matilde. (2014, noviembre 18). Las uniones de hecho serán reguladas. El Nuevo Diario. Disponible en: www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/335122-uniones-hecho-seran-reguladas /18 nov. 2014).
Con base a estos elementos  se puede resaltar la desconfianza hacia la institución matrimonial que nace a veces de la experiencia negativa de las personas traumatizadas por un divorcio anterior, o por el divorcio de sus padres. Este preocupante fenómeno comienza a ser socialmente relevante en los países más desarrollados económicamente. En la actualidad el matrimonio ha perdido la verdadera naturaleza del amor humano, de la oblatividad nobleza y belleza en la constancia y fidelidad de las relaciones humanas.
Entiéndase amor oblativo, al amor que tiene la capacidad de entregarlo todo, hasta la propia vida. Además  el amor oblativo es la perfección hacia el amor, es decir al amor, que da inicio por el amor a uno mismo, luego nos capacita para amar a los otros y, de esa manera amar a todos, inclusive a nuestros enemigos. Es apropiado señalar  los motivos personales y culturales por los que se ven influenciadas las personas que optan por la unión de hecho.  Es importante preguntarse los motivos profundos por los que la cultura contemporánea asiste a una crisis del matrimonio, tanto en su dimensión religiosa como en aquella civil, y al intento de reconocimiento y equiparación de las uniones de hecho. Razones económicas, sociales, culturales, religiosas, poca conciencia de identidad familiar y la convivencia bajo un mismo techo, pero viviendo como dos extraños.
Los matrimonios deben tener presente  ante este fenómeno (Unión de hecho) hay que fundamentar la familia, en el diálogo, tolerancia, respeto, libertad y donación recíproca base esencial del bien común que es la institución del matrimonio. El matrimonio y la familia son un bien social de primer orden: La familia expresa siempre una nueva dimensión del bien para los hombres, y por esto suscita una nueva responsabilidad. Se trata de la responsabilidad por aquel singular bien común en el cual se encuentra el bien del hombre: el bien de cada miembro de la comunidad familiar; es un bien ciertamente 'difícil' pero atractivo. No todos los cónyuges ni todas las familias desarrollan completamente el bien personal y social posible, de ahí que la sociedad deba corresponder poniendo a su alcance del modo más accesible los medios para facilitar el desarrollo de sus valores propios, conviene hacer esfuerzos posibles para que la familia sea reconocida como sociedad primordial y, en cierto modo, “soberana”. Su “soberanía” es indispensable para el desarrollo y bien de la sociedad. Ella existe antes que el Estado o cualquier otra comunidad y posee derechos inalienables. Porque el hacerse esposa o esposo pertenece al ámbito del ser -y no del mero obrar- la dignidad de este nuevo signo de identidad personal tiene derecho a su reconocimiento público y que la sociedad corresponda como merece el bien que constituye.
Por otra parte, el matrimonio constituye el ámbito de por sí más humano y humanizador en la acogida y desarrollo de los hijos: donde se brinde seguridad afectiva,  garantía de amor, mayor unidad y continuidad en el proceso de integración social y de educación. La unión entre madre y padre requieren que el hijo sea acogido en una familia que le garantice, valores, acogida, desarrollo humano, educación, y sobre todo la presencia de ambos padres, de esa manera se contribuirá a los nuevos retos, planes y desafíos por los que atraviesan las familias.
Vivimos en una sociedad altamente competitiva en lo académico y laboral,  donde lo que no sirve se reemplaza, esto ha llevado a las parejas a emplear este modo de vida a su situación sentimental, por ende, los matrimonios tienen fecha de caducidad y las uniones de hecho parecen estar “de moda”.
 La unión de hecho se convierte en una posibilidad latente para quienes buscan una pareja sin las formalidades, compromisos y juramentos que el matrimonio implica. “Somos una sociedad más desechable. Por ejemplo: cuando el joven llega a casarse, lleva esta estructura al matrimonio, ahora dicen ya no me sirves, ya no funcionas, y reemplazan rápido a sus parejas”.
En el matrimonio se debe tomar en consideración que después del amor a Dios, el amor conyugal es la máxima amistad, es una unión que tiene todas las características de una buena amistad, búsqueda del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida, quien está enamorado no se plantea que esa relación pueda ser solo por un tiempo transitorio, quien vive intensamente la alegría de casarse no está pensando en algo pasajero; quienes acompañan la celebración de una unión llena de amor aunque frágil , esperan que pueda perdurar en el tiempo; los hijos no sólo quieren que sus padres se amen, sino que sean fieles y sigan siempre juntos.
En la actualidad el matrimonio debe fundamentarse en el amor, y la aceptación como un desafío que requiere lucha, renovación, comprensión para empezar siempre de nuevo hasta la muerte, no ceder ante la cultura del descarte o lo provisorio, todos estos elementos contribuirán a un continuo proceso de crecimiento. Los matrimonios deben sobrepasar y atravesar todas las pruebas sobre todo mantenerse fiel en contra de todo, esto conlleva el don de la gracia que lo fortalece y eleva.
Ante cierto dominio de culturas radicales (Ideologías de géneros) a la que se ve amenazada la institución familiar (matrimonios), hay que tener presente que lo que da identidad, valor, exigencia y estabilidad en relación a la familia es el matrimonio entre hombre y mujer, es decir la estabilidad se basa en la expresión y confirmación de la perspectiva de procreación y educación de los hijos que será de beneficio para toda la sociedad.
Sin embargo debemos ser respetuosos en cuanto al mandato de Dios en la preservación de la especie, pero dadas las circunstancias, la humanidad en el Siglo XXI debería de tener madurez, equilibrio emocional, respeto sobre todo a aquellas personas que como dice el Papas Francisco: “Si viene algún homosexual y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarlo", sabias palabras de un erudito, de alguien con un nivel profesional y académico de altura.  No estamos tratando de justificar los desórdenes  que algunos miembros de la "comunidad", tienen y practican sino de que haya una mejor comunicación en la sociedad. 
Es evidente, que la familia iglesia doméstica, como madre y maestra debe proporcionar y facilitar los recursos para las personas que conviven con personas de su mismo sexo,  vivan de acuerdo al plan y voluntad de Dios. Es Él y nadie más que  tiene la autoridad de juzgar, premiar, redimir o condenar a cada ser humano, en su infinito amor de Padre. 


Claves de interpretación familiar.

           Distanciamiento familiar y social.

El distanciamiento familiar cada vez es más evidente, esto ayudado por los cambios vertiginosos que nos ofrecen las nuevas tendencias tecnológicas, hoy se ha perdido el valor del contacto físico, los diálogos interfamiliares se han perdido, se vive de manera aislada olvidándose del valor de comunicarse, y de vivir en armonía en el hogar.

En el campo social los jóvenes se ven amenazados desde muchos aspectos, no hay un equilibrio en su entorno, ayudado por la desintegración familiar, ya sea por el flagelo de la migración de padres o hijos que dejan sus hogares en busca de un estilo de vida mejor. Toda la sociedad se ha visto implicada en la dinámica de transformación de la misma que en cierto modo cada vez va siendo más acelerado de aquí debe nacer una respuesta para incentivar y construir los modelos de familias que anhelamos para transformar la sociedad.

Este fenómeno  se da en las sociedades más avanzadas, con el desarrollo económico y la modernización aumentan las expectativas de bienestar personal, y con ellos los seres humanos tienen una mayor preocupación por la felicidad y la satisfacción  individual, no velando por la integridad familiar y social.  



Con el acceso a la educación ha posibilitado la participación en el mercado laboral, es decir con una sólida formación profesional las expectativas van más allá de ser madres y esposas. De esa manera la igualdad entre los sexos ayuda a formar de manera consistente a los niños y de esa manera educarlos para armonizar en la sociedad. El lado negativo de esto es el poco tiempo que pasa la madre en la formación y crianza de los hijos.

Familia moderna

Este es el grupo que engloba los tipos de familia más nuevos, es decir, los que se han ido aceptando actualmente. Además de las familias ensambladas (dos padres separados o viudos que deciden convivir con sus respectivos hijos en un mismo hogar), también surgen las familias homo-parentales, compuestas por dos madres o dos padres y sus hijos. En este último caso, por razones biológicas, los hijos suelen ser solo hijos naturales de uno de los padres, o bien adoptados.

En nuestro país en años anteriores se ha reflexionado acerca del valor fundamental del concepto de familia, especialmente cuando se ha terminado una guerra y en la familia ha sido sobreviviente la mujer que debe tomar las riendas del hogar, o quizás la familia ha sido fraccionada  por la muerte o inmigración del conyugue.

Antecedentes históricos

Es conocido que se han realizado estudios, sobre el tema de la familia sin llegar a una conclusión específica ni determinada. La familia es por su naturaleza un tema tan complejo que no puede definirse e interpretarse de un día para otro, se ha abordado desde diversos aspectos: antropológico, sociológico, filosófico, psicológico, pedagógico y teológico. Todos, en su contexto saben que no se ha expresado la última palabra, debido a los diferentes caracteres de quienes la  forman, así como su individualidad, sus problemas a nivel de personas y proyección a la sociedad.
En el aspecto antropológico, el ser humano ha ido evolucionando biológica, histórica y culturalmente.
Socialmente, la familia se ha reducido a una relación de interés, ya que cada uno de sus miembros necesita de los demás. La visión cristiana va más allá de este minimalismo pues el varón y la mujer se complementan para la procreación. En el matrimonio forman una alianza indisoluble “Lo que Dios unió “, no lo separe el hombre (Cfr. Mt 19, 6; Mc 10, 2 – 16).
Filosóficamente la familia (el padre y la madre) tienen diferentes formas de pensamientos, pero deben estos abonar, para sobrellevar con sabiduría, una gran responsabilidad que es la de formar a los hijos.
Desde el aspecto pedagógico,  no todos los padres tienen un nivel académico que les capacite para conducir su propia familia, pero tendríamos que analizar si una educación académica es relevante para vivir comprometidos con la responsabilidad de ser padres.
Desde el aspecto psicológico, no es posible para un padre y una madre de familia común analizar las actitudes y reacciones de sus hijos, y esto es algo que perjudica la adecuada formación de los mismos.
La familia cristiana, a ejemplo de Jesús, que vino al mundo a llevar la palabra de su Padre a todos los hombres, así tiene la misión de seguir sus pasos, de evangelizar; primero que nada, a sus propios hijos y a todos cuantos le rodean.
Con la oración diaria, es decir, platicando con Dios en cada momento, contándole todo lo que pasa entre la familia para así estar más cerca de Él, es como se va a fortalecer la unión y el amor que existe entre los miembros de la familia. Y, si una familia que está unida  por medio de la oración común, el respeto a todas las personas (que somos imagen y semejanza de Dios) se vivirá continuamente, como Dios lo ha planeado.
Es muy bueno el que todos los días, en familia se lea la Palabra de Dios. Si Dios está presente en las conversaciones, el comportamiento de los miembros de la familia será reflejo del amor de Dios. Si únicamente se habla de fútbol, chismes, envidias,..., el comportamiento de la familia será de la misma manera.
La familia cristiana es privilegiada entre las que no son cristianas, ya que es llamada por Dios nuestro Padre a ser en donde se dé la educación en los valores cristianos como el amor, la ayuda mutua, el servicio a los demás y sobre todo, a seguir a Cristo como lo hicieron sus apóstoles.
La pura gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento.  Deben reconocer que esta práctica corresponde también a su misión de alimentar la vida que Dios les ha confiado.

Por tanto consideramos que se necesita fundamentar con los valores olvidados por la secularización y la falta de Dios en la vida de los ciudadanos; para que las futuras familias puedan ejercer verdaderamente su papel de formadoras de la sociedad, aprovechando las nuevas tendencias tecnológicas.