miércoles, 26 de abril de 2017

El cambio y los principios periodísticos.

¿Tiene futuro el periodismo?
El periodismo se encuentra sometido a cambios que afectan a todas sus facetas: soportes, tecnologías, lenguajes, negocios.
¿Cómo afecta ese devenir a la actualidad de los viejos principios periodísticos?
 Comprobar en qué medida mantienen inalterable toda su vigencia o han quedado desbordados por la realidad es el propósito de este trabajo.
¿Cómo los perciben hoy los actores de la cultura tradicional, inmigrantes digitales, y cómo los de la nueva cultura, los nativos digitales?
Para empezar, vamos a hablar de ética y de principios, de si se aplican o se obvian y en qué medida los cambios tecnológicos y culturales arrasan o modifican valores que se creían eternos. Nos interesa, sobre todo, investigar en qué medida vamos a conseguir que estén presentes en el futuro del periodismo.
¿Futuro del periodismo?
¿Qué tipo de futuro le espera a esta vieja profesión?
 ¿Acaso lo que hoy se practica es el mismo oficio que se ejercía hace diez o veinte años?
«El periodismo va a existir siempre» como señala Gloria Valenzuela– y menos sólida en otros –«Probablemente, va a existir siempre», según expresa José Manuel Calvo.
¿Qué significa poder asegurar su existencia futura?
• La primera, afirmar que entre los hechos y su difusión siempre será necesario un mediador.
• La segunda, que ese mediador será un periodista en el sentido que hoy lo concebimos, el de una persona cargada con un conjunto de principios y disciplinas de verificación y no un mero «profesional de la información».
 • La tercera, que aunque existan otros actores, la contribución del periodista seguirá siendo determinante, en cantidad y relevancia, sobre el conjunto de los procesos informativos en comparación con la aportación de otros colectivos.
Nos enfrentamos a una situación en la que la información no es patrimonio del periodista. Por razones diversas, circula muchísima información que no está hecha por periodistas, lo cual supone, desde mi punto de vista un serio riesgo para la veracidad de las informaciones y su contraste. (J. Serrano).
Tenemos que competir en un mundo en el que hay muchos más elementos que son capaces de convertirse en prescriptores, de ejercer influencia, de generar comunidades de seguidores. (G. Lafuente).
¿Van a existir periodistas profesionales?
 Evidentemente. Va a subsistir un periodismo profesional pero el problema que yo veo es cómo se va a financiar este periodismo. ¿Cómo vamos a financiar la calidad, un periódico de calidad? Al final, la empresa periodística es necesaria aunque hacer una información de calidad tiene un coste. (J. Serrano).
Seguimos siendo los garantes de la información, los que en última instancia cocinamos todas las materias primas que nos llegan y entonces, es verdad que ahora nos llegan materias y elementos para la cocina que son diferentes, y que nos vienen de otro proveedor, como es Internet, las redes sociales… pero eso nosotros también lo seguimos cocinando. (G. Lomala)
Una profesión «desmusculada» antes del cambio tecnológico.
Si el futuro del periodismo está asociado a la calidad.
 ¿Está la profesión sensibilizada para recuperar y defender los valores que determinan la existencia de la calidad en la información?
 ¿Tiene suficiente músculo para contraponer sus posiciones a la fuerza de otros vectores que sólo piensan en el negocio a corto plazo?
¿En qué situación le coge estos retos?
Sobre esta cuestión predominan las percepciones pesimistas como la que supone asumir que, en el pasado, «existían unos principios deontológicos que tenía la propia profesión.
«Hay muchísimos periodistas que se sirven a sí mismos o sirven a quienes les pagan y no sirven a los ciudadanos» que «son los que tienen consagrado en la Constitución el derecho a la información».
La crisis de valores de la profesión forma parte de una crisis general de valores que sufre la sociedad en general, en los que «la idea de triunfar» se impone, en el que «el éxito y las audiencias lo legitiman todo».
La cuestión es que la profesión no supo actualizar sus principios ni establecer sus cautelas como sí hicieron otras profesiones.
Hace unos años ningún periodista que estuviera haciendo información en televisión podía salir protagonizando anuncios.
Periodistas en su circunstancia.

La sumisión a los intereses empresariales.

«El periodista está para servir intereses ideológicos, empresariales».

Magi Iglesias vincula esa dependencia de lo periodístico a la «degradación de la profesión tras la Transición», cuando los editores tradicionales se convierten en empresarios que cambian las reglas del juego: «En lugar de pensar en el periodismo, piensan en el lucro».

Antes, cuando «los editores, los propietarios, eran hombres de prensa, sabían que su riqueza era el prestigio y la credibilidad, es decir, la marca» pero, poco a poco, «las empresas  dejan de ser empresas de comunicación y pasan a ser empresas. ¿Quién manda? Ya no manda el director, manda el consejero delegado, el gerente, el jefe de personal…»

Poco a poco, los medios se van llenando de directores de relativa calidad periodística y de ahí, hacia abajo: el redactor jefe, el subdirector, el jefe de redacción… Todos son gente dócil, obediente al poder, que le dan más importancia al interés empresarial que al interés informativo del lector.

La búsqueda de la verdad frente al «relativismo moral»

En la situación actual de cambios y a tanta velocidad, hay pocas cosas a las que agarrarse, pocas certezas que existan.

Hay dos aspectos que nos darán estabilidad para el futuro, y estás son:

Una es tener profesionales probados, profesionales expertos, profesionales capaces.

Tener principios, tener estándares, tener criterios… a la hora de tratar las noticias, a la hora de contarlas.

Ante ese dilema moral, cabe también la opción de no debatir, de desarrollar un sentido práctico alejado de las grandes cuestiones.

¿Qué cambia, qué permanece?

El primer deber del periodismo es contar la verdad.

La verificación de los hechos a partir de fuentes diversas y fiables es un principio inalterable para el futuro de la profesión.
                                        
Internet y las redes sociales  cambian el papel  del periodismo como  intermediario entre la realidad y el receptor.

Internet está modificando  el sistema de acceso a las fuentes del periodista.


El periodista poco a poco va a adquirir  o deberían adquirir, –muchos de ellos al  menos– unas capacidades técnicas muchos mayores que les permitan generar nuevas narrativas que muchas veces están enganchadas con la tecnología.

Extracto del libro "El periodismo entre la encrucijada"