Cuando
una mujer se anima a ser madre y puta, tierna y sensual, buena y erótica, se
siente otra vez completa.
Las mujeres también tienen que aprender que
no hay diferentes grupos, que ser puta no es ser prostituta, es saber disfrutar
del sexo.
La mujer
ideal, decía Schopenahuer, es una princesa en la vida social, una avara en los
gastos y una puta en la cama. No como la mía – decía el - que es una princesa
en los gastos, una puta en la vida social y una avara en la cama.
Si para que los hombres no tengan que buscar
afuera, la mujer tiene que reunir la actitud de una madre y la actitud de una
puta, ¿qué aspectos tiene que reunir el hombre para que la mujer no tenga que
buscar otro hombre afuera?.
Porque también hay dos imágenes de hombre: el
asexuado (protector, paternal, etc.) y el potro (sensual, y musculoso).
Las mujeres suelen decir que su expectativa
del hombre es que sea cuidadoso, tierno y protector, que tenga swing y sea
caballero. Queda claro que éste es uno de los dos aspectos. ¿Cuál es entonces
el equivalente masculino de la mujer que disfruta del sexo?. Porque el hombre
dice con orgullo en la mesa de café: “¡Mi mujer es bien puta!”... ¿Qué dicen
las mujeres cuando hablan de esta cuestión?.
En mis charlas, las mujeres dicen que tiene
que ver con muchas cosas, pero terminan en la ternura.
A mi juicio, la pretensión de los hombres de
que las mujeres sean putas en la cama no tiene un equivalente exacto en el lenguaje
de las mujeres. Y posiblemente no lo tenga porque culturalmente está aceptada
la exigencia del hombre, pero no todavía la exigencia de la mujer.
Si para
la mujer el sexo estaba ligado al amor, entonces no estaba ligado
necesariamente al placer.
El placer provenía de la entrega hacia el
hombre amado, pero no de la práctica
sexual en si misma. ¿Cuál es el equivalente masculino mas aproximado de la
mujer de puta madre?. No lo se, y me
temo que hasta que no lo descubramos el
lugar va a ser ocupado por play-boy
seductor y mujeriego que promete lo que jamás cumple. Quizá sea hora de
poner en palabras (y dejo este desafío para alguna lectora) la manera de
definir al hombre de puta madre. Para
encontrarlo, aunque todavía no lo podamos nombrar, valdrá la pena, para las
mujeres, acercarse a la fusión de las imágenes, y para los hombres, animarnos a
ver en todas a la mujer completa que deseamos encontrar.
Me parece que mujeres y hombres somos eres
sexuados que podemos elegir. Creo que para una señora a la que le encantaría
acostarse con todo el mundo, quedarse con un solo señor es un esfuerzo. Habría que ver si debe
hacerlo o no. En todo caso, la fidelidad es parte del pacto con su pareja. Y
cada pareja puede hacer el pacto que quiera.
No hay diferencia en la apetencia sexual de
los hombres y de las mujeres.
La “necesidad fisiológica del hombre” es la
trampa con la cual durante décadas los hombres hemos engañado a las mujeres. Es
una cárcel donde sólo entran ellas. La mujer queda presa de un solo hombre y el
hombre queda en libertad.
Es que, además, se trataba de eso, de
tenerlas engañadas por pensar que no
podían tener sexo con otro hombre porque el sexo se tenía sólo por amor, y si
no era de prostituta... Porque, como decía la tía Gloria: “Para ir a la cama con un tipo que no es tu marido y no cobrar, mejor
ser honrada”.
Ligando el sexo al amor, las mujeres tenían
una única manera de tener sexo sin necesidad de prostituirse: ser fieles.
Pero, más allá de esto, como ya no se puede
sostener la idea de que los hombres tienen necesidades fisiológicas y las
mujeres no, aparecen nuevos mitos para reemplazar aquel.
Que el hombre tiene mas necesidad que la
mujer.
Que potencialmente el hombre es más apto para
disfrutar que la mujer.
Que es el hombre el que aporta el deseo
porque ella no lo siente.
El mito sostiene que las mujeres, por
constitución, por esencia o porque son mas espirituales y porque son madres no
les interesa tanto el sexo. Que los hombres son por ende mas “sexuados” que la
mujeres.
Por supuesto, estos mitos siempre encuentran
estadísticas, mas o menos ajustadas al deseo del encuestador, que los avalen.
En 1925, un informe médico alemán aseguraba
que el 70% de las mujeres eran frígidas. En el mismo informe, solamente el 5%
de los hombres admitía padecer alguna disfunción sexual.
El resultado confirmaba que el lugar de la
mujer en la sexualidad era estar a disposición del deseo del hombre.
En 1945 (el primer informe Hite) con la
influencia de la corriente psicoanalítica, las disfunciones masculinas empiezan
a quedar al descubierto y las mujeres empiezan a animarse mas a disfrutar sin
cargar con la acusación de ser prostitutas por ello.
Sobre mitad de siglo, las mujeres frígidas
eran el 45% y el equivalente, en el hombre cercano al 10%.
La superioridad sexual del hombre (10 contra
45) estaba a salvo.
Aunque parezca increíble, hasta 1960 ni la
medicina ni la psicología habían hablado
nunca de orgasmo femenino. Y
no se hablaba porque la fantasía era que no existía. El planteo subliminal era:
¿Para que nos vamos a ocupar tanto del placer del la mujer si la mitad de las
mujeres no siente nada?.
En 1960, Master & Johnson, por primera
vez, hablan, estudian y escriben sobre el orgasmo femenino. Con el cambio de
lugar de la mujer en el mundo y la tendencia a equiparar derechos, civiles,
laborales y sexuales, las mujeres no sólo se animaron a sentir lo que eran
capaces de sentir, sino además (y estos son los cambios que se advierten en los
informes) a decir lo que sentían.
Y la diferencia en los porcentajes comienza a
achicarse.
En los `70 se demuestra que muchas de las
mujeres caratuladas como frígidas en las estadísticas anteriores no son
frígidas sino anorgásmicas, que no es lo mismo. Estas mujeres si se excitan
aunque no lleguen al orgasmo, y por ello en las nuevas estadísticas la cantidad
de mujeres frígidas (incapaces de exitarse) baja rápidamente. Ya no son 45 de
cada 100, sino solo 10 o 12, el resto son anorgásmicas pero no frígidas.
Para agravar la hegemonía masculina aparece
un dato adicional, un descubrimiento revolucionario. Se descubre que la
eyaculación es una cosa y el orgasmo es otra.
Si bien el 30% de las mujeres es anorgásmica
en los informes sexuales de los `70 el 30% de los hombres también lo es.
Y esto es una revolución. La idea de que cada
eyaculación conlleva siempre un orgasmo se derrumba para siempre.
Esta es una grave herida para el narcisismo
del hombre. Nosotros, que estábamos convencidos de no tener problemas con el
orgasmo porque teníamos eyaculación, descubrimos que o era así. Por primera vez
nos enteramos de que un orgasmo es mucho mas que una eyaculación. Nos enteramos
de que un hombre puede tener una eyaculación, dos, tres, cinco, veintiocho,
treinta, ciento cuarenta... Pero que un orgasmo es otra cosa. empezamos a ver
que la respuesta orgásmica masculina es mas o menos parecida a la respuesta
orgásmica femenina. Que no hay muchas diferencias desde el punto de vista de lo
que sucede en el individuo como un todo.
Y si bien es cierto que la mayor parte de las
veces el orgasmo coincide con la eyaculación, eso no quiere decir que cada vez
que hay una eyaculación haya un orgasmo.
Sin embargo, todavía los porcentajes podían
sostener el mito de la superioridad sexual masculina:
Como el 30% de anorgásmicos incluía el 10% de
impotentes, y las mujeres sumaban un 45% de anorgásmicas, se seguía diciendo
que éstas eran mas incapaces de disfrutar que los hombres.
Cuando esto se publicó comenzó a suceder lo
increíble. El cambio de planteo que la mujer tenía de su sexualidad, a partir
del conocimiento de estos datos, le dio el permiso de animarse a disfrutar, y
el 45% de las mujeres anorgásmicas empezó a bajar hasta un 16% , porcentajes
similares a los que encontramos entre los hombres (por lo menos en aquellos que
están dispuestos a admitir la diferencia entre un orgasmo y una eyaculación).
Sabemos
desde entonces que hay tantos anorgásmicos como anorgásmicas y, lo que es mas
halagador, hay tantas mujeres capaces de disfrutar de un encuentro sexual como
los hombres con esa capacidad.
El orgasmo masculino no es sólo una excreción
de líquido seminal con algunos espermatozoides, un poco de jugo prostático y
una sensación de alivio transitorio. Un orgasmo es una respuesta que tiene que ver con lo biológico, pero
también con lo psíquico, lo psicológico y lo espiritual
Un
orgasmo es una respuesta física de todo el cuerpo frente a una expresión de
placer tan intensa que provoca una transitoria perdida de control.
El orgasmo
es una expresión del cuerpo tan descontrolado que en estudios
encefalográficos realizados en personas que estaban manteniendo una relación
sexual se ve que durante el orgasmo hay espinas irritativas de crisis seudo
convulsiones que semejan una pequeña crisis epilépticas transitoria (esto es
aparece, se desarrolla y termina).
Repito: no hay orgasmo sin pérdida de control.
Entonces, cuando pensamos en relaciones
sexuales donde todo está controladito, donde un señor y una señora terminan, el
eyaculando y ella sintiéndose satisfecha, donde todo está muy aséptico y muy
bien demarcado, sabemos que allí puede haber placer, pero ¿orgasmo?. Orgasmo
no.
El orgasmo necesariamente se cursa con
descontrol. No hay ninguna posibilidad de que alguien tenga un orgasmo si todo
está absolutamente bajo control.
Por alguna razón que yo en verdad desconozco,
el Río de la Plata tiene el privilegio de tener un extraño culto al orgasmo.
Los argentinos, sobre todo, y nuestros hermanos uruguayos también, tenemos una
historia peculiar que va aún mas allá.
Primero porque vivimos nuestra sexualidad
como si de lo que se tratara fuera únicamente de conseguir el orgasmo.
¿Cuánto dura un orgasmo?. ¿Diez segundos,
quince, veinte, treinta con mucha suerte?.
Pensar que lo único que vale la pena de la
relación son los últimos treinta segundos, la verdad es que una miseria. Pensar
que toda la historia sexual es solamente para esos quince segundos es ser un
miserable...
No puede ser así, y de verdad no lo es.
Si bien es cierto que – dicen los técnicos –
una relación sexual tiene una duración promedio de 21 minutos, en ese tiempo
pueden y deberían pasar muchas cosas.
La
sexualidad tiene que ver con todas esas cosas, y si bien una de ellas es
el orgasmo, no es la única y posiblemente ni siquiera sea la mas importante.
Habrá que aprender a recalificar el orgasmo y
quitarle ese contexto tan cargado de mérito.
Porque los argentinos no sólo tenemos
instalado el culto al orgasmo, sino que además hacemos de la cantidad de
orgasmos la evaluación de la cantidad de placer obtenido.
Porque acá la cosa no es solamente si tuviste
orgasmo. ¡Es cuántos!. Se supone que cuanto mas... ¡mejor!.
Entonces, en la mesa del café, los hombres
nos reunimos y hablamos sobre sexo...
- No...
porque yo, anoche... – dándose aires - ¡Tres!
- Yo me
acuerdo la otra tarde... – dice el otro - ¡Cinco!
- Si es por
eso, en un picnic... – dice el tercero –
me eché ¡Catorce!.
- Que
tarados que son – dice el muchacho que sabe -, la historia no es uno, se trata
de cuántos le sacás a ella... Porque mi mujer conmigo, por ejemplo, menos de
tres... nunca.
- ¡No! –
dice el otro – si es por eso la mía, cuando yo uno ¡ella seis!
Y
entonces, todos le preguntan al que guarda silencio.
- ¿Y la
tuya pepe?
- No,
no, no , la mía ... ¡es multiorgásmica!
¡Biónica! - piensa uno –
Y llega
a casa fastidiado y acusándose: ¿¡Y yo
que hago casado con un pedazo de bofe!?. Multiorgásmica!!!. ¡Que lo parió, soy
un tarado!. ¿cómo no me avisaron antes para que yo supera elegir una de esas?.
¿Qué hay que hacer para conseguirlo?
¡Multiorgásmica!. Suena fantástico. Y empieza
a aparecer artículos en las revistas para mujeres (editadas por hombres) sobre
“Como llegar a ser en la cama lo que todo hombre desea”, el tantra del sexo en
el matrimonio, los misterios del punto G y la dieta de la mujer insaciable.
Cuando pensamos la sexualidad desde el orgasmo
todo es muy complicado. Primero que nada, porque de verdad no tiene esa
importancia. Y segundo, porque se deriva en un tema puesto al servicio de una
competencia entre los hombres que no tiene nada que ver con las mujeres con
quienes estos hombres vienen de estar.
Cuando un hombre le pregunta a una mujer
“cuántos”, no es por ella, es para contarlo en el café, es para registrarlo
ahí, no tiene que ver con lo que está pasando sexualmente entre ellos.
Y cuando pregunta si terminaste o no
terminaste, es porque hay una amenaza para el, que ha sido entrenado pensando
que para ser un macho viril, probado y exacerbado, tiene, primero que haber
tenido su correspondiente eyaculación y luego dejarla a ella “dada vuelta”
(como todo amante que se precie). Y este es el culto a la inseguridad masculina
y no al verdadero encuentro con la mujer. Ningún hombre va a estar fácilmente
dispuesto a admitir que esto es así, por
mucho que lo diga yo.
Y cuando algunos hombres que no volverán a
leer mis libros se sientan agredidos por mis ideas, van a decir.
“¿Qué
sabe ese gordo idiota? ¡Seguro que es puto!”
Está todo
bien, y yo entiendo.
Lo que digo es amenazante para nuestro ego
narcisista.
Voy a ayudar a desmerecer al autor para
tranquilizar a la barra.
Lo digo públicamente para que los hombres que
me leen no se fastidien, yo mismo he evolucionado en mi rendimiento sexual. Con
el tiempo he pasado del famoso “Dos sin llegar a sacarla” de mi adolescencia,
al actual. “Tres sin llegar a ponerla...”
Así que no se preocupen, no importa nada, ese
soy yo.
En la
historia de estar tan pendiente de la cantidad de orgasmos propios o del otro,
uno se pierde lo que está pasando.
Pero esto no es lo peor. Tenemos un mito que
es tan lirico como el chimichurri o el dulce de leche. El mito del orgasmo
simultáneo.
Si admitimos que el orgasmo es dejar de
controlar, si lo mejor que me puede estar pasando en la cama con el otro es que
yo esté gozando tanto como para perder el control, y eso es el orgasmo,
cuéntenme cómo hicimos para descolgar la absurda idea del orgasmo simultáneo,
la idea de que para que una relación sea buena, ventajosa y apropiada, ¡tenemos
que terminar juntos!
Si el orgasmo es descontrol, ¿de donde se
saca la idea de que debemos terminar a la vez?. Y además ¿cómo construyo la
coincidencia?.
Esta es una idea absurda y caprichosa, no
tiene ningún sentido. Es como si mi esposa y yo decidiéramos un día ir a comer
milanesas a un restaurante y por capricho se nos ocurriera que tenemos que
comer el último bocado juntos. ¿Se entiende?. Entonces nos traen las milanesas
y las empezamos a comer mirando la
milanesa del otro, a ver cuán rápido o cuán lentamente come para, a su vez
apurarnos un poco para comer a la par... Imagínense el diálogo
- Estás comiendo un poco rápido.
- No, sos vos el que masticás demasiado.
- No, no, no... sos vos.
- Porque tu milanesa es mas chica.
- No, la tuya era mas grande.
- Esperá un poco, no te apures.
- Esperá que ahora me falta.
- Esperá que tomo agua....
- Dale, ahora si.
- ¿Estás lista?
- ¡A la una... a las dos... y a las tres!.
Y ¡pumba! Finalmente comemos el último bocado
de milanesa, nos miramos y decimos: ¡¡¡Que bárbaro!!!. Y salimos a la calle
orgullosos para decirle a la gente que comimos el último bocado de milanesas
juntos...
¡A quién le interesa!. Y además, ¡¿qué
importancia puede tener!?.
Es peor que ridículo, porque no es gracioso.
Porque no es comer el último pedazo de
milanesa juntos, es perder el control, es intentar controlar lo que, si sucede
adecuadamente, es incontrolable.
La historia de los gemidos de la habitación
de al lado en los hoteles baratos es significativa:
- Dale
- Apurate.
- No pará un poqui... No, seguí.
- Pará...
- Daleeee.
- No me apu....
- ¿Tas?
- No, no, no
- Si, si...
- Ahora vos.
- Ahora yo.
- ¿Y?.
- No, no , pará un cachito...
- Ay...
- ¿Que pasó?
- Se me escapó. ¡¡Que pelotudo!!.
¿Cuál es el fundamento de toda esta pavada?.
Yo no tengo ninguna duda de que la
sexualidad tiene que ver con el placer
compartido, tengan la plena certeza de que es así.
Pero de ahí a creer que el placer compartido
tiene que darse exactamente en el mismo instante geográfico, geométrico y
planimétrico es una estupidez.
No vale
la pena cancelar el placer del encuentro pensando en la coincidencia de llegar
juntos al orgasmo.
Lo que importa es que entendamos para que
estamos ahí. Y seguro que no
estamos ahí para tener un orgasmo en el mismo momento, ni siquiera para tener
un orgasmo.
Puede ser que suceda, que estemos comiendo
milanesas con mi esposa y los dos coincidamos en el último bocado, nos miremos
y digamos: “Uy, mirá comimos juntos el último bocado, que lindo”. Pero de ahí a
tratar de que suceda...
(Y para darle un poco de humor al asunto,
diría que si bien terminar juntos no
tiene ninguna importancia, conviene que sea
en el mismo día. Es mas, conviene
estar juntos cuando suceda, y esto también es verdad).
Tratar
de controlar el descontrol del orgasmo es evitar el orgasmo.
Aquí sería importante hacer una salvedad.
Postergar mi placer para obtener mas placer, demorarme porque me da placer
hacerlo, es una cosa, pero creer que ésta es mi obligación para que vos tengas
tu orgasmo, es otra cosa, es quedarse anclado en el control. Y entonces sucede
que cuando me podía descontrolar, ya no puedo hacerlo porque pasó el momento.
Cuando un hombre tiene un orgasmo de verdad,
no un mero alivio del agua de las aceitunas, no quiere mas... Entonces, el
problema del orgasmo simultáneo es que si el se fue y vos te quedaste, ahora te
quedaste sola. Y esto es triste. Pero yo me pregunto: ¿Por qué habrá que irse
en ese momento?. Digamos, podemos esperar tres o cuatro minutos y empezar de
nuevo, ¿por qué no?.
Si no terminamos al mismo tiempo, ¿por qué
abandonar el encuentro ahí?.
Si no terminamos juntos, será en la próxima,
será en la que sigue o en la que sigue, en todo lo que viene después. Habrá que
esperar un ratito, mientras el está en el síndrome de las seis y media (vieron
las agujas a las seis y media, ¿no?), pero nada mas.
Diez minutos es el período refractario
fisiológico, y después podés querer mas o no, podés retomar el juego o no.
Alguien podría decir:
Pero ¿si
uno tiene eyaculación precoz, cómo hace?. Tiene que controlar...
¡Está en los libros!. ¡Hay páginas y páginas
de todo lo que hay que hacer para postergar la eyaculación!. Desde pensar en tu
jugador de fútbol favorito hasta meterse un dedo en el culo, desde mirar
televisión hasta pensar en tu suegra, desde clavarte la uña en el lóbulo de la
oreja hasta pedirle a tu mujer que te apriete un testículo... ¡¡¡Por favor!!!.
¡Yo no lo puedo creer!.
Un
hombre que padece de eyaculación precoz ha sido intimado por su pareja a
resolver su problema o...
Desesperado,
el hombre consulta a un famoso sexólogo de la ciudad que ha adquirido fama por
los éxitos obtenidos en pacientes con problemas como el suyo.
El
médico lo examina, le hace preguntas, lo mira con un aparato de extraños rayos
azules y luego le dice:
- Bueno,
mi amigo. Buenas noticias, estamos en condiciones de curarlo de su problema.
- ¿Si
doctor?. Que suerte, ¿qué tengo que hacer?.
- Mire,
el método es sencillo pero requiere de cierta paciencia para ejecutarlo.
- ¿Qué
quiere decir paciencia, doctor?. ¿Cuánto tiempo voy a tardar hasta curarme?
- Mire,
depende de cada paciente, pero yo diría que en quince días va a estar en condiciones de intentar una
relación con su esposa.
- No,
doctor... De ninguna manera, esto tiene que resolverse hoy mismo... mi esposa
se va a divorciar si no lo soluciono.
- Mire,
señor, nunca he intentado el método con esa urgencia pero si usted se anima a
esforzarse y dedicarme el día, quizás esta noche pueda dar la nota.
- Lo que
sea, doctor, lo que sea.
- Muy
bien. Comencemos entonces. ¿Comida francesa, italiana o española?.
- No sé
doctor, ¿qué me dice?.
- Elija,
hombre. Usted decide...
-
Bueno... no se... italiana, doctor.
- Bien.
Vamos.
Médico y
paciente salen de la consulta y se meten, guiados por aquél, en el restorán de
Giusseppe, el de la esquina.
- Se
trata de esto. Usted debe aprenderse el menú de memoria.
- ¿Cómo?
- Si,
si. Primero tres o cuatro entradas, tres o cuatro platos principales y tres o cuatro postres.
- ¿Y?
-
Después de aprenderlos se los va a repetir mentalmente hasta que se transformen
para usted en un mantra, en una frase automatizada.
- ¿Y?
- Así
hasta recordar todo el menú. Mis estudios demuestran que no hay nada mas
inhibitorio del orgasmo que pensar en comida. Así que cuando usted llegue a su
cama para encontrase con su mujer empezará a repetirse la lista de platos
aprendida y entonces pospondrá su eyaculación.
-
Maravilloso, doctor.
- Bien.
Vamos a ver. ¿Qué primeros platos elige para empezar?.
-
Ehhh... vitel toné... ensalada capresse... muzzarella in carrozza... pan de
pizza...
- Muy
bien, repita eso, a ver.
- Vitel
toné, ensalada capresse, muzzaella in carroza...
- ¡Pan
de pizza!
- Ah, si
pan de pizza.
-
Siga... ahora cuatro platos.
-
Canelones alla Rossini... lasagna... bagna cauda... lingüini putanesca...
-
Repita, repita
-
Canelones, lasagna, bagna cauda, lingüini putanesca.
- Ahora
todo está aquí. vamos
- Vitel
toné. Ensalada Capresse. Muzarella in carroza. Pan de pizza. Canelones alla
Rossini. Lasagna. Bagna cauda. Lingüini putanesca.
Así
sigue la memorización durante horas y horas hasta que el paciente memoriza
entra la carta del restorán, cerca de cincuenta platos y mas de doce postres.
El
paciente, repitiendo su lista, se dirige al departamento.
- Vitel
toné. Ensalada capresse. Muzzarella...
Repitiendo
la lista entra en su casa.
-
...Canelones alla Rossini. Lasagna. Bagna cauda...
Y al ver
a la mujer le dice:
- Vieja,
vamos al dormitorio. El médico es un genio. Estoy curado. La mujer y su marido
entran en el cuarto y se tiran en la cama.
Ella se
acuesta de espaldas boca arriba para recibirlo. El hombre se planta frente a
ella, se saca los calzoncillos y dice:
- Vitel
toné... ensalaaaa... ¡Mozo!, ¡café y la cuenta!.
Me alegra mucho que nos podamos reír de esto,
porque estas son las miserias de nuestra cultura, lo que nos pasa, lo que hacemos. Es siniestro pensar
que así vivimos, creyendo estas barbaridades, cuando podríamos darnos cuenta de
que no es así desde muchos lugares.
Sobre eyaculación precoz, Masters &
Johnson tienen un trabajo donde se preguntan algo maravilloso: ¿Qué es precoz?.
Rápido. ¿Cuánto es rápido?. No se sabe. Y entonces descubren que la eyaculación
precoz es un fenómeno de ciertos hombres con ciertas mujeres. Que no le pasa a
un hombre con todas las mujeres. De modo que definen la eyaculación precoz como
una disfunción de la pareja, es decir, del vínculo.
Entonces sucede que Juan es eyaculador precoz
con María pero no con Susana.
Que Patricia es frígida con Pedro pero no con
Esteban.
Y que Alejandra, que no pudo tener un solo
orgasmo con José, es un violín con Julio.
Y esto es porque Julio y Esteban sepan mas que Juan o Pedro. No es
porque unos sean mas expertos que otros, es porque los vínculos tienen mas
sintonía, es porque nos hemos encontrado y armonizado.
La química de la pareja es fundamental en
este asunto. Porque hay hasta olores que nos vinculan, aspectos que ni siquiera
podemos manejar. Uno llega a la cama con alguien, no le gusta el olor, se
deshace el encanto y lo que tiene que pasar no pasa.
Y no digo que el otro esté sucio, es el olor
del otro. Hay aspectos como el olor, el tacto, la sensación con la mirada...
miles de cosas que pasan o que lamentablemente no pasan.
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