miércoles, 20 de febrero de 2013

El Camino del Encuentro Parte 3.2


Cuando una mujer se anima a ser madre y puta, tierna y sensual, buena y erótica, se siente otra vez completa.

Las mujeres también tienen que aprender que no hay diferentes grupos, que ser puta no es ser prostituta, es saber disfrutar del sexo.

La mujer ideal, decía Schopenahuer, es una princesa en la vida social, una avara en los gastos y una puta en la cama. No como la mía – decía el - que es una princesa en los gastos, una puta en la vida social y una avara en la cama.

Si para que los hombres no tengan que buscar afuera, la mujer tiene que reunir la actitud de una madre y la actitud de una puta, ¿qué aspectos tiene que reunir el hombre para que la mujer no tenga que buscar otro hombre afuera?.
Porque también hay dos imágenes de hombre: el asexuado (protector, paternal, etc.) y el potro (sensual, y musculoso).
Las mujeres suelen decir que su expectativa del hombre es que sea cuidadoso, tierno y protector, que tenga swing y sea caballero. Queda claro que éste es uno de los dos aspectos. ¿Cuál es entonces el equivalente masculino de la mujer que disfruta del sexo?. Porque el hombre dice con orgullo en la mesa de café: “¡Mi mujer es bien puta!”... ¿Qué dicen las mujeres cuando hablan de esta cuestión?.
En mis charlas, las mujeres dicen que tiene que ver con muchas cosas, pero terminan en la ternura.
A mi juicio, la pretensión de los hombres de que las mujeres sean putas en la cama no tiene un equivalente exacto en el lenguaje de las mujeres. Y posiblemente no lo tenga porque culturalmente está aceptada la exigencia del hombre, pero no todavía la exigencia de la mujer.

Si para la mujer el sexo estaba ligado al amor, entonces no estaba ligado necesariamente al placer.

El placer provenía de la entrega hacia el hombre amado, pero no  de la práctica sexual en si misma. ¿Cuál es el equivalente masculino mas aproximado de la mujer de puta madre?. No lo se, y me temo que  hasta que no lo descubramos el lugar va a ser ocupado por play-boy  seductor y mujeriego que promete lo que jamás cumple. Quizá sea hora de poner en palabras (y dejo este desafío para alguna lectora) la manera de definir al hombre de puta madre. Para encontrarlo, aunque todavía no lo podamos nombrar, valdrá la pena, para las mujeres, acercarse a la fusión de las imágenes, y para los hombres, animarnos a ver en todas a la mujer completa que deseamos encontrar.

Me parece que mujeres y hombres somos eres sexuados que podemos elegir. Creo que para una señora a la que le encantaría acostarse con todo el mundo, quedarse con un solo  señor es un esfuerzo. Habría que ver si debe hacerlo o no. En todo caso, la fidelidad es parte del pacto con su pareja. Y cada pareja puede hacer el pacto que quiera.

No hay diferencia en la apetencia sexual de los hombres y de las mujeres.
La “necesidad fisiológica del hombre” es la trampa con la cual durante décadas los hombres hemos engañado a las mujeres. Es una cárcel donde sólo entran ellas. La mujer queda presa de un solo hombre y el hombre queda en libertad.
Es que, además, se trataba de eso, de tenerlas engañadas por  pensar que no podían tener sexo con otro hombre porque el sexo se tenía sólo por amor, y si no era de prostituta... Porque, como decía la tía Gloria: “Para ir a la cama con un tipo que no es tu marido y no cobrar, mejor ser honrada”.
Ligando el sexo al amor, las mujeres tenían una única manera de tener sexo sin necesidad de prostituirse: ser fieles.

Pero, más allá de esto, como ya no se puede sostener la idea de que los hombres tienen necesidades fisiológicas y las mujeres no, aparecen nuevos mitos para reemplazar aquel.

Que el hombre tiene mas necesidad que la mujer.
Que potencialmente el hombre es más apto para disfrutar que la mujer.
Que es el hombre el que aporta el deseo porque ella no lo siente.

El mito sostiene que las mujeres, por constitución, por esencia o porque son mas espirituales y porque son madres no les interesa tanto el sexo. Que los hombres son por ende mas “sexuados” que la mujeres.

Por supuesto, estos mitos siempre encuentran estadísticas, mas o menos ajustadas al deseo del encuestador, que los avalen.
En 1925, un informe médico alemán aseguraba que el 70% de las mujeres eran frígidas. En el mismo informe, solamente el 5% de los hombres admitía padecer alguna disfunción sexual.
El resultado confirmaba que el lugar de la mujer en la sexualidad era estar a disposición del deseo del hombre.
En 1945 (el primer informe Hite) con la influencia de la corriente psicoanalítica, las disfunciones masculinas empiezan a quedar al descubierto y las mujeres empiezan a animarse mas a disfrutar sin cargar con la acusación de ser prostitutas por ello.
Sobre mitad de siglo, las mujeres frígidas eran el 45% y el equivalente, en el hombre cercano al 10%.
La superioridad sexual del hombre (10 contra 45) estaba a salvo.
Aunque parezca increíble, hasta 1960 ni la medicina ni la psicología habían hablado  nunca de orgasmo femenino. Y no se hablaba porque la fantasía era que no existía. El planteo subliminal era: ¿Para que nos vamos a ocupar tanto del placer del la mujer si la mitad de las mujeres no siente nada?.
En 1960, Master & Johnson, por primera vez, hablan, estudian y escriben sobre el orgasmo femenino. Con el cambio de lugar de la mujer en el mundo y la tendencia a equiparar derechos, civiles, laborales y sexuales, las mujeres no sólo se animaron a sentir lo que eran capaces de sentir, sino además (y estos son los cambios que se advierten en los informes) a decir lo que  sentían.
Y la diferencia en los porcentajes comienza a achicarse.

En los `70 se demuestra que muchas de las mujeres caratuladas como frígidas en las estadísticas anteriores no son frígidas sino anorgásmicas, que no es lo mismo. Estas mujeres si se excitan aunque no lleguen al orgasmo, y por ello en las nuevas estadísticas la cantidad de mujeres frígidas (incapaces de exitarse) baja rápidamente. Ya no son 45 de cada 100, sino solo 10 o 12, el resto son anorgásmicas pero no frígidas.

Para agravar la hegemonía masculina aparece un dato adicional, un descubrimiento revolucionario. Se descubre que la eyaculación es una cosa y el orgasmo es otra.
Si bien el 30% de las mujeres es anorgásmica en los informes sexuales de los `70 el 30% de los hombres también lo es.
Y esto es una revolución. La idea de que cada eyaculación conlleva siempre un orgasmo se derrumba para siempre.
Esta es una grave herida para el narcisismo del hombre. Nosotros, que estábamos convencidos de no tener problemas con el orgasmo porque teníamos eyaculación, descubrimos que o era así. Por primera vez nos enteramos de que un orgasmo es mucho mas que una eyaculación. Nos enteramos de que un hombre puede tener una eyaculación, dos, tres, cinco, veintiocho, treinta, ciento cuarenta... Pero que un orgasmo es otra cosa. empezamos a ver que la respuesta orgásmica masculina es mas o menos parecida a la respuesta orgásmica femenina. Que no hay muchas diferencias desde el punto de vista de lo que sucede en el individuo como un todo.
Y si bien es cierto que la mayor parte de las veces el orgasmo coincide con la eyaculación, eso no quiere decir que cada vez que hay una eyaculación haya un orgasmo.

Sin embargo, todavía los porcentajes podían sostener el mito de la superioridad sexual masculina:
Como el 30% de anorgásmicos incluía el 10% de impotentes, y las mujeres sumaban un 45% de anorgásmicas, se seguía diciendo que éstas eran mas incapaces de disfrutar que los hombres.
Cuando esto se publicó comenzó a suceder lo increíble. El cambio de planteo que la mujer tenía de su sexualidad, a partir del conocimiento de estos datos, le dio el permiso de animarse a disfrutar, y el 45% de las mujeres anorgásmicas empezó a bajar hasta un 16% , porcentajes similares a los que encontramos entre los hombres (por lo menos en aquellos que están dispuestos a admitir la diferencia entre un orgasmo y una eyaculación).

Sabemos desde entonces que hay tantos anorgásmicos como anorgásmicas y, lo que es mas halagador, hay tantas mujeres capaces de disfrutar de un encuentro sexual como los hombres con esa capacidad.

El orgasmo masculino no es sólo una excreción de líquido seminal con algunos espermatozoides, un poco de jugo prostático y una sensación de alivio transitorio. Un orgasmo es una respuesta  que tiene que ver con lo biológico, pero también con lo psíquico, lo psicológico y lo espiritual

Un orgasmo es una respuesta física de todo el cuerpo frente a una expresión de placer tan intensa que provoca una transitoria perdida de control.

El orgasmo  es una expresión del cuerpo tan descontrolado que en estudios encefalográficos realizados en personas que estaban manteniendo una relación sexual se ve que durante el orgasmo hay espinas irritativas de crisis seudo convulsiones que semejan una pequeña crisis epilépticas transitoria (esto es aparece, se desarrolla y termina).
Repito: no hay orgasmo  sin pérdida de control.
Entonces, cuando pensamos en relaciones sexuales donde todo está controladito, donde un señor y una señora terminan, el eyaculando y ella sintiéndose satisfecha, donde todo está muy aséptico y muy bien demarcado, sabemos que allí puede haber placer, pero ¿orgasmo?. Orgasmo no.
El orgasmo necesariamente se cursa con descontrol. No hay ninguna posibilidad de que alguien tenga un orgasmo si todo está absolutamente bajo control.

Por alguna razón que yo en verdad desconozco, el Río de la Plata tiene el privilegio de tener un extraño culto al orgasmo. Los argentinos, sobre todo, y nuestros hermanos uruguayos también, tenemos una historia peculiar que va aún mas allá.
Primero porque vivimos nuestra sexualidad como si de lo que se tratara fuera únicamente de conseguir el orgasmo.
¿Cuánto dura un orgasmo?. ¿Diez segundos, quince, veinte, treinta con mucha suerte?.
Pensar que lo único que vale la pena de la relación son los últimos treinta segundos, la verdad es que una miseria. Pensar que toda la historia sexual es solamente para esos quince segundos es ser un miserable...
No puede ser así, y de verdad no lo es.

Si bien es cierto que – dicen los técnicos – una relación sexual tiene una duración promedio de 21 minutos, en ese tiempo pueden y deberían pasar muchas cosas.

La sexualidad tiene que ver con todas esas cosas, y si bien una de ellas es el orgasmo, no es la única y posiblemente ni siquiera sea la mas importante.

Habrá que aprender a recalificar el orgasmo y quitarle ese contexto tan cargado de mérito.

Porque los argentinos no sólo tenemos instalado el culto al orgasmo, sino que además hacemos de la cantidad de orgasmos la evaluación de la cantidad de placer obtenido.
Porque acá la cosa no es solamente si tuviste orgasmo. ¡Es cuántos!. Se supone que cuanto mas... ¡mejor!.
Entonces, en la mesa del café, los hombres nos reunimos y hablamos sobre sexo...

- No... porque yo, anoche... – dándose aires - ¡Tres!
- Yo me acuerdo la otra tarde... – dice el otro - ¡Cinco!
- Si es por eso, en un picnic... – dice el  tercero – me eché ¡Catorce!.
- Que tarados que son – dice el muchacho que sabe -, la historia no es uno, se trata de cuántos le sacás a ella... Porque mi mujer conmigo, por ejemplo, menos de tres... nunca.
- ¡No! – dice el otro – si es por eso la mía, cuando yo uno ¡ella seis!
Y entonces, todos le preguntan al que guarda silencio.
- ¿Y la tuya pepe?
- No, no, no , la mía ... ¡es multiorgásmica!
¡Biónica!  - piensa uno –
Y llega a casa fastidiado y acusándose:  ¿¡Y yo que hago casado con un pedazo de bofe!?. Multiorgásmica!!!. ¡Que lo parió, soy un tarado!. ¿cómo no me avisaron antes para que yo supera elegir una de esas?. ¿Qué hay que hacer para conseguirlo?

¡Multiorgásmica!. Suena fantástico. Y empieza a aparecer artículos en las revistas para mujeres (editadas por hombres) sobre “Como llegar a ser en la cama lo que todo hombre desea”, el tantra del sexo en el matrimonio, los misterios del punto G y la dieta de la mujer insaciable.
Cuando pensamos la sexualidad desde el orgasmo todo es muy complicado. Primero que nada, porque de verdad no tiene esa importancia. Y segundo, porque se deriva en un tema puesto al servicio de una competencia entre los hombres que no tiene nada que ver con las mujeres con quienes estos hombres vienen de estar.
Cuando un hombre le pregunta a una mujer “cuántos”, no es por ella, es para contarlo en el café, es para registrarlo ahí, no tiene que ver con lo que está pasando sexualmente entre ellos.
Y cuando pregunta si terminaste o no terminaste, es porque hay una amenaza para el, que ha sido entrenado pensando que para ser un macho viril, probado y exacerbado, tiene, primero que haber tenido su correspondiente eyaculación y luego dejarla a ella “dada vuelta” (como todo amante que se precie). Y este es el culto a la inseguridad masculina y no al verdadero encuentro con la mujer. Ningún hombre va a estar fácilmente dispuesto a admitir que  esto es así, por mucho que lo diga yo.
Y cuando algunos hombres que no volverán a leer mis libros se sientan agredidos por mis ideas, van a decir.
“¿Qué sabe ese gordo idiota? ¡Seguro que es puto!”
Está todo  bien, y yo entiendo.
Lo que digo es amenazante para nuestro ego narcisista.

Voy a ayudar a desmerecer al autor para tranquilizar a la barra.
Lo digo públicamente para que los hombres que me leen no se fastidien, yo mismo he evolucionado en mi rendimiento sexual. Con el tiempo he pasado del famoso “Dos sin llegar a sacarla” de mi adolescencia, al actual. “Tres sin llegar a ponerla...”
Así que no se preocupen, no importa nada, ese soy  yo.

En la historia de estar tan pendiente de la cantidad de orgasmos propios o del otro, uno se pierde lo que está pasando.

Pero esto no es lo peor. Tenemos un mito que es tan lirico como el chimichurri o el dulce de leche. El mito del orgasmo simultáneo.

Si admitimos que el orgasmo es dejar de controlar, si lo mejor que me puede estar pasando en la cama con el otro es que yo esté gozando tanto como para perder el control, y eso es el orgasmo, cuéntenme cómo hicimos para descolgar la absurda idea del orgasmo simultáneo, la idea de que para que una relación sea buena, ventajosa y apropiada, ¡tenemos que terminar juntos!
Si el orgasmo es descontrol, ¿de donde se saca la idea de que debemos terminar a la vez?. Y además ¿cómo construyo la coincidencia?.

Esta es una idea absurda y caprichosa, no tiene ningún sentido. Es como si mi esposa y yo decidiéramos un día ir a comer milanesas a un restaurante y por capricho se nos ocurriera que tenemos que comer el último bocado juntos. ¿Se entiende?. Entonces nos traen las milanesas y las empezamos a comer mirando  la milanesa del otro, a ver cuán rápido o cuán lentamente come para, a su vez apurarnos un poco para comer a la par... Imagínense el diálogo

- Estás comiendo un poco rápido.
- No, sos vos el que masticás demasiado.
- No, no, no... sos vos.
- Porque tu milanesa es mas chica.
- No, la tuya era mas grande.
- Esperá un poco, no te apures.
- Esperá que ahora me falta.
- Esperá que tomo agua....
- Dale, ahora si.
- ¿Estás lista?
- ¡A la una... a las dos... y a las tres!.

Y ¡pumba! Finalmente comemos el último bocado de milanesa, nos miramos y decimos: ¡¡¡Que bárbaro!!!. Y salimos a la calle orgullosos para decirle a la gente que comimos el último bocado de milanesas juntos...
¡A quién le interesa!. Y además, ¡¿qué importancia puede tener!?.
Es peor que ridículo, porque no es gracioso.
Porque no es comer el último pedazo de milanesa juntos, es perder el control, es intentar controlar lo que, si sucede adecuadamente, es incontrolable.

La historia de los gemidos de la habitación de al lado en los hoteles baratos es significativa:

- Dale
- Apurate.
- No pará un poqui... No, seguí.
- Pará...
- Daleeee.
- No me apu....
- ¿Tas?
- No, no, no
- Si, si...
- Ahora vos.
- Ahora yo.
- ¿Y?.
- No, no , pará un cachito...
- Ay...
- ¿Que pasó?
- Se me escapó. ¡¡Que pelotudo!!.

¿Cuál es el fundamento de toda esta pavada?.
Yo no tengo ninguna duda de que la sexualidad  tiene que ver con el placer compartido, tengan la plena certeza de que es así.
Pero de ahí a creer que el placer compartido tiene que darse exactamente en el mismo instante geográfico, geométrico y planimétrico es una estupidez.

No vale la pena cancelar el placer del encuentro pensando en la coincidencia de llegar juntos al orgasmo.

Lo que importa es que entendamos para que estamos ahí. Y seguro que  no estamos ahí para tener un orgasmo en el mismo momento, ni siquiera para tener un orgasmo.
Puede ser que suceda, que estemos comiendo milanesas con mi esposa y los dos coincidamos en el último bocado, nos miremos y digamos: “Uy, mirá comimos juntos el último bocado, que lindo”. Pero de ahí a tratar de que suceda...
(Y para darle un poco de humor al asunto, diría que si  bien terminar juntos no tiene ninguna importancia, conviene que sea  en el mismo día. Es mas, conviene  estar juntos cuando suceda, y esto también es verdad).

Tratar de controlar el descontrol del orgasmo es evitar el orgasmo.

Aquí sería importante hacer una salvedad. Postergar mi placer para obtener mas placer, demorarme porque me da placer hacerlo, es una cosa, pero creer que ésta es mi obligación para que vos tengas tu orgasmo, es otra cosa, es quedarse anclado en el control. Y entonces sucede que cuando me podía descontrolar, ya no puedo hacerlo porque pasó el momento.

Cuando un hombre tiene un orgasmo de verdad, no un mero alivio del agua de las aceitunas, no quiere mas... Entonces, el problema del orgasmo simultáneo es que si el se fue y vos te quedaste, ahora te quedaste sola. Y esto es triste. Pero yo me pregunto: ¿Por qué habrá que irse en ese momento?. Digamos, podemos esperar tres o cuatro minutos y empezar de nuevo, ¿por qué no?.
Si no terminamos al mismo tiempo, ¿por qué abandonar el encuentro ahí?.
Si no terminamos juntos, será en la próxima, será en la que sigue o en la que sigue, en todo lo que viene después. Habrá que esperar un ratito, mientras el está en el síndrome de las seis y media (vieron las agujas a las seis y media, ¿no?), pero nada mas.
Diez minutos es el período refractario fisiológico, y después podés querer mas o no, podés retomar el juego o no.

Alguien podría decir:
Pero ¿si uno tiene eyaculación precoz, cómo hace?. Tiene que controlar...
¡Está en los libros!. ¡Hay páginas y páginas de todo lo que hay que hacer para postergar la eyaculación!. Desde pensar en tu jugador de fútbol favorito hasta meterse un dedo en el culo, desde mirar televisión hasta pensar en tu suegra, desde clavarte la uña en el lóbulo de la oreja hasta pedirle a tu mujer que te apriete un testículo... ¡¡¡Por favor!!!. ¡Yo no lo puedo creer!.

Un hombre que padece de eyaculación precoz ha sido intimado por su pareja a resolver su problema o...
Desesperado, el hombre consulta a un famoso sexólogo de la ciudad que ha adquirido fama por los éxitos obtenidos en pacientes con problemas como el suyo.
El médico lo examina, le hace preguntas, lo mira con un aparato de extraños rayos azules y  luego le dice:
- Bueno, mi amigo. Buenas noticias, estamos en condiciones de curarlo de su problema.
- ¿Si doctor?. Que suerte, ¿qué tengo que hacer?.
- Mire, el método es sencillo pero requiere de cierta paciencia para ejecutarlo.
- ¿Qué quiere decir paciencia, doctor?. ¿Cuánto tiempo voy a tardar hasta curarme?
- Mire, depende de cada paciente, pero yo diría que en quince días  va a estar en condiciones de intentar una relación con su esposa.
- No, doctor... De ninguna manera, esto tiene que resolverse hoy mismo... mi esposa se va a divorciar si no lo soluciono.
- Mire, señor, nunca he intentado el método con esa urgencia pero si usted se anima a esforzarse y dedicarme el día, quizás esta noche pueda dar la nota.
- Lo que sea, doctor, lo que sea.
- Muy bien. Comencemos entonces. ¿Comida francesa, italiana o española?.
- No sé doctor, ¿qué me dice?.
- Elija, hombre. Usted decide...
- Bueno... no se... italiana, doctor.
- Bien. Vamos.
Médico y paciente salen de la consulta y se meten, guiados por aquél, en el restorán de Giusseppe, el de la esquina.
- Se trata de esto. Usted debe aprenderse el menú de memoria.
- ¿Cómo?
- Si, si. Primero tres o cuatro entradas, tres o cuatro  platos principales y tres o cuatro postres.
- ¿Y?
- Después de aprenderlos se los va a repetir mentalmente hasta que se transformen para usted en un mantra, en una frase automatizada.
- ¿Y?
- Así hasta recordar todo el menú. Mis estudios demuestran que no hay nada mas inhibitorio del orgasmo que pensar en comida. Así que cuando usted llegue a su cama para encontrase con su mujer empezará a repetirse la lista de platos aprendida y entonces pospondrá su eyaculación.
- Maravilloso, doctor.
- Bien. Vamos a ver. ¿Qué primeros platos elige para empezar?.
- Ehhh... vitel toné... ensalada capresse... muzzarella in carrozza... pan de pizza...
- Muy bien, repita eso, a ver.
- Vitel toné, ensalada capresse, muzzaella in carroza...
- ¡Pan de pizza!
- Ah, si pan de pizza.
- Siga... ahora cuatro platos.
- Canelones alla Rossini... lasagna... bagna cauda... lingüini putanesca...
- Repita, repita
- Canelones, lasagna, bagna cauda, lingüini putanesca.
- Ahora todo está aquí. vamos
- Vitel toné. Ensalada Capresse. Muzarella in carroza. Pan de pizza. Canelones alla Rossini. Lasagna. Bagna cauda. Lingüini putanesca.
Así sigue la memorización durante horas y horas hasta que el paciente memoriza entra la carta del restorán, cerca de cincuenta platos y mas de doce postres.
El paciente, repitiendo su lista, se dirige al departamento.
- Vitel toné. Ensalada capresse. Muzzarella...
Repitiendo la lista entra en su casa.
- ...Canelones alla Rossini. Lasagna. Bagna cauda...
Y al ver a la mujer le dice:
- Vieja, vamos al dormitorio. El médico es un genio. Estoy curado. La mujer y su marido entran en el cuarto y se tiran en la cama.
Ella se acuesta de espaldas boca arriba para recibirlo. El hombre se planta frente a ella, se saca los calzoncillos y dice:
- Vitel toné... ensalaaaa... ¡Mozo!, ¡café y la cuenta!.

Me alegra mucho que nos podamos reír de esto, porque estas son las miserias de nuestra cultura, lo que  nos pasa, lo que hacemos. Es siniestro pensar que así vivimos, creyendo estas barbaridades, cuando podríamos darnos cuenta de que no es así desde muchos lugares.
Sobre eyaculación precoz, Masters & Johnson tienen un trabajo donde se preguntan algo maravilloso: ¿Qué es precoz?. Rápido. ¿Cuánto es rápido?. No se sabe. Y entonces descubren que la eyaculación precoz es un fenómeno de ciertos hombres con ciertas mujeres. Que no le pasa a un hombre con todas las mujeres. De modo que definen la eyaculación precoz como una disfunción de la pareja, es decir, del vínculo.
Entonces sucede que Juan es eyaculador precoz con María pero no con Susana.
Que Patricia es frígida con Pedro pero no con Esteban.
Y que Alejandra, que no pudo tener un solo orgasmo con José, es un violín con Julio.
Y esto es porque Julio y  Esteban sepan mas que Juan o Pedro. No es porque unos sean mas expertos que otros, es porque los vínculos tienen mas sintonía, es porque nos hemos encontrado y armonizado.
La química de la pareja es fundamental en este asunto. Porque hay hasta olores que nos vinculan, aspectos que ni siquiera podemos manejar. Uno llega a la cama con alguien, no le gusta el olor, se deshace el encanto y lo que tiene que pasar no pasa.
Y no digo que el otro esté sucio, es el olor del otro. Hay aspectos como el olor, el tacto, la sensación con la mirada... miles de cosas que pasan o que lamentablemente no pasan.

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