La transformación y
formación de la sociedad compete esencialmente a la familia –
Iglesia doméstica–. Tarea a la que ninguna familia verdaderamente creyente en
Cristo puede renunciar, sobre todo hoy que el individualismo y el secularismo
intentan desaparecer a Dios y sus valores de la sociedad y de la persona. Esto
se manifiesta en la “ausencia de Dios” en la vida pública, en donde la “norma”
práctica vigente es impedir que esté presente en el diario vivir del ser
humano. Lo que ha producido una indiferencia ante las exigencias de la fe
y la práctica de la misma. Por ello a través de este trabajo pretendemos dar
luces y pautas para que la familia Iglesia doméstica sea transformadora de
la sociedad carente de valores y principios cristianos.Mediante la educación cristiana, los padres, ayudan a
sus hijos a ser más conscientes de su fe.
Entendemos que la
familia es el lugar donde se sientan los principios y valores para formar a la
sociedad. Aquí nos desenvolvemos, forjamos nuestro carácter y
adquirimos los primeros conocimientos. Por eso es una pieza importante
que se da desde la unión de los padres, la concepción y crianza de los
niños, en ella se fundamenta la transformación social, dando así a las nuevas
generaciones un idéntico perfil y rasgo de lo que verdaderamente es
la familia como iglesia doméstica.
Es
una comunidad de fe, esperanza y caridad. Por eso se llama Iglesia
doméstica.La familia cristiana es una comunión de personas, que reflejan la
comunión que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Así
como Dios es creador, la familia comparte con Él esa obra, al procrear y educar
a los hijos. ¡Qué gran dignidad tiene la familia que se asemeja a Dios en su
obra creadora!
El mundo de hoy
presenta un abordaje de nuevos métodos y herramientas, vivimos en una sociedad
más comunicada virtualmente, sin embargo, alejado de la realidad familiar
y social, en medio del compendio de novedades que nos rodea y sumerge en el
asombro. La expectación es siempre la misma, las necesidades son casi siempre
las mismas, pero la verdadera clave del éxito está en la convicción de lo que
es una verdadera familia como Iglesia doméstica donde se hace la transmisión de
la fe.
La
familia cristiana está llamada a la oración. A orar juntos a Dios, quien ha
creado a la familia. Así, una familia que reza unida, permanecerá unida, pues
juntos, los miembros de la familia se ayudarán mutuamente a vivir como
auténticos cristianos.
La presente
monografía quiere orientar y concientizar a las familias sobre el
verdadero sentido de qué es ser familia cristiana, ya que ella es la
primera transformadora de la sociedad, valiéndose de elementos que aun no
siendo novedosos sirven para formar a los individuos como agentes eficaces en
la globalización sin perder de vistas nuestra historia, creyentes en la fe de
un Dios que es Padre.
La
familia cristiana también es misionera, pues querrá que otras personas también
conozcan a Dios, y serán testimonio del amor de Dios por todos.
Teodoro
José Zamora Téllez.
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