Jesús, anuncia el Evangelio no sólo
con la palabra de la predicación, sino también con la comunión fraternal y con
las obras buenas de todos sus discípulos; ya que éstas son motivo de que los
hombres rindan gloria a Dios.
A través de las obras de caridad el
discípulo, por una parte, imita fielmente la obra del mismo Jesús que ha dicho:
"Les he dado en efecto un ejemplo, para que como yo lo he hecho lo hagan
también ustedes" (Jn 13, 15) y, por otra, el mismo discípulo participa del
modo más auténtico en la misión de la Iglesia, de anunciar el Evangelio de
Jesús: "Por esto todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos
a los otros"
La obra de la caridad debe crear
vínculos personales y comunitarios con los pobres. Vínculos de inclusión en la
propia vida de aquellos que están excluidos. Hacerse prójimo del pobre, del
enfermo, del extranjero, del encarcelado y darle espacio en el propio tiempo,
en la propia casa, entre las propias amistades, en la propia ciudad y en las
propias leyes y estructuras sociales, es darle vida, en la Iglesia, al
ministerio de la caridad. Es crear un rostro de Iglesia que sea misionera en la
ciudad a través de obras y gestos concretos.
Teodoro José Zamora Téllez.
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