El
amor de Dios reina en el corazón de todos los santos, pero hay uno que tiene la
dicha de ser el patrón de los enamorados: San Valentín. Según dice una
tradición, San Valentín arriesgaba su vida para casar cristianamente a las
parejas durante el tiempo de persecución. Por fin entregó su vida en el
martirio, que es la máxima manifestación del amor. El amor de este santo
sacerdote por Jesucristo y por defender el Sacramento del Matrimonio nos
inspira a elevar el amor humano a las alturas del amor divino para el cual
fuimos creados. Los cristianos debemos aprovechar esta fiesta para recuperar el
sentido cristiano del amor y del matrimonio a la luz de Cristo.
¿Nos hemos cuestionado alguna vez, sobre las
diferentes formas de amor?
Aquí
les comparto algunas: Amor amilical.
Es aquel tipo de amor que procura el bien del amigo por el amigo mismo, es
decir esto equivaldría a renunciar a nuestro propio egoísmo y volcarnos con
longanimidad hacia nuestros amigos.
Otra
forma de amor, es el amor “Eros “Los
antiguos griegos dieron el nombre de eros al amor entre hombre y mujer, que no
nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser
humano.
En la actualidad el amor eros, se ha confundido
con el verdadero concepto del significado de amor. Es decir se ha
comercializado, desvaluado al campo sexual, mercancía, o en el otro escenario
simplemente visto como objeto, el amor verdadero no es algo que se compra y
vende, es algo que se entrega, se dona.
El amor Ágape.
Es aquel que se dona, se entrega sin medida. Es la plenitud, la realización,
por medio del verdadero amor manifestamos la máxima expresión de fe de todo ser humano, es el amor
desinteresado, amor puro. Benedicto XVI, en la Encíclica Deus Caritas est
ofrece dos datos interesantes, que entre el amor y lo divino hay relación, es
decir el amor promete infinidad, eternidad. El verdadero amor requiere purificarse, madurarse y renunciar
para alcanzar la justa dimensión del auténtico amor.
De lo contrario nuestro amor equivaldría a un:
Amor por interés, amor por placer, por accidente o por utilidad.
Se puede concluir que
el amor perfecto, es la suma de las buenas y sanas virtudes, debido que esto
nos dispone a ver de manera más oblativa, respecto al otro, con sentimientos
mutuos, y no por accidentalidad, sabiendo que pase lo que pase todo será igual